Cómo Nos Conocimos

Casarme con un peruano de la selva no era algo que me habia imaginado jamás. Y casarse con una estadounidense aficionada a la lectura no era algo que mi esposo se esperaba. Cuando nos conocimos, yo no hablaba español y él no hablaba inglés. ¿Cómo terminamos como pareja, entonces?

LA HISTORIA…

Mi mejor amiga Rebekah y yo nos graduamos temprano de la universidad. Ella hablaba bien el español pero nunca había estudiado en el extranjero; yo saque mi título en educación pero no estaba lista empezar mi carrera en los Estados Unidos. A través de una amiga, me enteré de una Escuela Cristiana en la región del “alto Mayo”, Perú. No sabía que era eso, pero sonaba interesante. ¿Quién no quiere decir que uno se muda a la selva por un rato? Entonces nos fuimos a Moyobamba, Perú, para enseñar inglés en la Escuela Cristiana Annie Soper.

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EL PRIMER AÑO

El director en aquellos tiempos, David, era un pastor escocés casado con una peruana, Martha. Por ser voluntarios en la escuela, nos abrieron su casa y nos dieron buena hospitalidad. Llegamos por avión a una ciudad cercana llamada Tarapoto y manejamos dos horas de noche a la ciudad de Moyobamba.

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Tomamos té y esto sonaba genial: ¿no crees que suena chévere entre una mezcla de un escocés con una de la selva?– y nos fuimos a dormir con aire de la noche soplando por las rejas. Los hermanos de Martha se quedaron en el cuarto a continuación de nosotros, uno de ellos que actualmente es mi esposo, Pocho. Él llegó a casa muy tarde esa misma noche. Pasó por nuestra habitación, y escuchó alguien roncando tan fuerte que se preguntaba, — Qué raro. Pensé que llegaron dos chicas hoy día.  

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Fuí yo, roncando, y es verdad: eso fue nuestro momento de destino, la primera impresión tan especial. En mi defensa, estaba resfriada.

Pero Pocho y yo nos hicimos amigos, y lavábamos los platos juntos después del almuerzo. De alguna manera nos comunicamos con mi español “bola-bola” que empezaba a aprender poco a poco. Me gustó su manera de ser gracioso y amable con todos, y detecté un poco de interés… tal vez. No era demasiado coqueto como muchos, pero me pareció una persona muy sincera.

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Enseñar fue un reto muy difícil para Rebekah y yo, pero cuando ya terminaron los cinco meses yo no estaba lista para dejar Annie Soper. Por fin hablé suficiente español para poder controlar mis clases más o menos, y ser útil. Me dio pena ver a Rebekah salir, pero yo llamé para cambiar mi pasaje y quedarme el resto del año.

Mientras el año pasaba, noté que había interés entre Pocho y yo. Pero también habían muchos obstáculos: diferencias culturales, diferencias espirituales, y…. vivíamos en la misma casa. ¿Cuál incómodo sería una ruptura entre nosotros? Y además, iba a salir del país. Hice notar claramente yo que esto no podría funcionar. Llegó mi última semana, y empecé a despedirme de los amigos, pero algo no estaba bien. De repente tenía un sentido muy fuerte que mi tiempo en Perú aún no había terminado.

Dije al colegio que regresaría para el próximo año, y gracias a Dios, no era adiós todavía.

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EL SEGUNDO AÑO

El siguiente año fue distinto. David y Martha se mudaron a Escocia y nos dispersamos a diferentes casas. En ese entonces ya tuve muchos buenos amigos y conocía la ciudad. Tenía citas  con otros chicos, pero sospeché que Pocho todavía sentía algo por mí. Salir casualmente me parecía riesgoso entre buenos amigos como éramos nosotros, y tenía miedo de lastimarle. Entonces en mi manera muy típica de malograr relaciones con chicos, empecé a evadirlo y causar confusión entre los dos.

Avanzamos hasta el medio año. Yo no estaba muy bien espiritualmente, pero la vida de Pocho estaba cambiando mucho. Él estaba siendo discipulado intensivamente y creciendo mucho en la fe y como líder. Empezó a dirigir la música y reuniones de jóvenes. Me acuerdo una vez asistiendo a una reunión y noté la energía que él traía y cuanto se esforzaba para que todos se sintiera bien y bienvenidos. Eso me interesaba mucho.

No sé cómo describirlo, salvo que lo vi realmente. Pero no tuve ni idea de cómo él pensaba sobre mí en ese entonces. Estaba más o menos segura que había arruinado lo que hubiera podido tener, y que ya no me podría querer.

Suerte para mí, justo en esa semana unos buenos amigos nuestros empezaron a salir, y de la nada estábamos saliendo los cuatro, jugando cartas hasta muy tarde en la noche, saliendo a comer anticuchos y maduritos. Fue tan divertido salir con Pocho de nuevo y reanudar la amistad. Sabía que dependía de mí decir algo, porque yo fui la que negó lo que hubiéramos tenido.

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Ese fin de semana, salimos con un grupo de amigos a jugar básquetbol. Fíjate: no soy buena en básquetbol para nada. ¿Pero una oportunidad para salir con Pocho? Sí, por favor. Después de 10 minutos, tropecé y me caí de cara al piso. Me rompí la nariz (descubrí luego cuando fuimos al doctor) y aunque me dolía muy fuerte, lo que me acuerdo fue que busqué a Pocho, quién estaba paraba a un lado, y que era mi culpa que no estuviera a mi lado como quería. Me puse un chupete frío en la naríz y mi boca sangraba, y me senté cerca a la piscina. Después montamos las motos para ir a comer, y me fui también. Si hubiera tenido un espejo, tal vez lo hubiera pensado dos veces– o tal vez pensé que mi cara hinchada le podría dar lástima.

Después de comer, Pocho nos ofreció un jale a un amigo y a mí. –Sí me deja último y nos quedamos solos– pensaba yo,– voy a ver si conversamos. Lo hizo. Nos fuimos a un parque y le dije como me sentía, con labios sangrados y naríz hinchada, le pregunté si todavía me quería.

Y sí, me quería aún. Fue nuestro segundo beso, y aunque eso no era tan recomendable, tal vez fue mejor por la condición de mi pobre cara. —Ow. Con cuidado, por favor, solo el labio abajo!–El primer mes de nuestra relación tuve dos ojos negros y una venda blanca en la naríz.

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ENTONCES…

Salimos seis meses, y en año nuevo me pidió la mano, sabiendo que estaba por salir del país. Le dije sí. La propuesta oficial fue seis meses después cuando vine a visitar por el verano.

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Mucho papeleo después, no fuimos a la embajada de los E.E.U.U. en Lima en Noviembre, y nos dieron una visa de noviazgo. ¡Tuve menos que un mes para preparar una boda y buscar dónde vivir! Pocho llegó a conocer mi familia y los Estados Unidos por primera vez, tres semanas antes que nuestra boda en Diciembre, y con mucha nieve.

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¡Ha sido una aventura total! Aunque no es algo que planificábamos o imaginábamos, Dios has sido fiel y bueno con nosotros. Por supuesto no tuvimos ninguna idea en que nos metíamos, pero ¿quién realmente lo sabe cuándo se casa? Después de cuatro años me presenté a la ceremonia de ciudanía de mi esposo y miré su juramento. Hay muchas firmas y votos que uno se hace en un matrimonio internacional. Venimos de lados opuestos del hemisferio, pero los votos que dijimos, fueron los mismos como a todos los demás: en lo bueno y en lo malo… y ahora somos uno.

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